Las estrellas más masivas, al final de su vida, pueden experimentar una explosión cataclísmica conocida como supernova. Durante una supernova, el núcleo de la estrella colapsa bajo su propia gravedad, liberando una cantidad increíble de energía en forma de luz, calor y ondas de choque. Estas explosiones son tan brillantes que pueden superar la luz de una galaxia entera durante un breve período de tiempo. Las supernovas son importantes porque luego forman elementos pesados en el universo y son fundamentales en la evolución de las galaxias.
Por otro lado, tenemos las novas, que son eventos estelares menos violentos pero igualmente asombrosas. Las novas ocurren en sistemas estelares binarios, donde una estrella enana blanca, el remanente caliente y denso de una estrella muerta, orbita cerca de una estrella compañera más grande. A medida que la enana blanca acumula material de su compañera, puede llegar a un punto en el que se desencadena una explosión termonuclear en su superficie. Esta explosión provoca un aumento repentino en el brillo de la estrella, convirtiéndola en una nova. A diferencia de las supernovas, las novas no destruyen completamente la estrella, permitiendo que el ciclo de alimentación y explosión se repita en el futuro.
La nova 2024: un espectáculo que todos podremos observar
De acuerdo a las observaciones astronómicas que se han estado haciendo, podemos adentrarnos en un evento que ha llamado la atención de la atención de la comunidad científica y de los astrónomos entusiastas: la explosión de una nova en el sistema estelar T Coronae Borealis, también conocido como «Estrella Blaze».
Este sistema estelar binario está compuesto por una estrella enana blanca y una estrella gigante roja envejecida. La gigante roja está perdiendo sus capas externas, y la enana blanca está acumulando ese material. A medida que la enana blanca acumula más y más material, se acerca un punto crítico en el que puede desencadenarse una explosión termonuclear en su superficie, produciendo un estallido de nova que será visible desde la Tierra.
Lo más impresionante de este evento es su rareza. Según los expertos de la NASA, este tipo de evento ocurre aproximadamente una vez cada 80 años, lo que lo convierte en una oportunidad única para ver el espectáculo de luz que este fenómeno puede emitir. La última vez que se observó un evento similar en el sistema T Coronae Borealis fue en 1946, durante los primeros años de la Guerra Fría.
Aunque los cálculos indican que el destello de la nova podría aparecer entre febrero y septiembre, la fecha exacta sigue siendo incierta debido a la complejidad de los procesos estelares involucrados. Se espera que el brillo máximo sea observable durante aproximadamente una semana, después de lo cual la nova comenzará a atenuarse gradualmente.
Para aquellos interesados en presenciar este evento celestial, la buena noticia es que, cuando la nova alcance su brillo máximo, será visible a simple vista en el cielo nocturno. Parecerá como si una nueva estrella hubiera nacido en el firmamento. A medida que pasen los días y la nova comience a atenuarse, será necesario usar binoculares para observarla con más detalle.