El asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, se reunió este fin de semana por separado con el príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohamed bin Salmán, y con el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, con el objetivo de impulsar el "megapacto" que podría cambiar Medio Oriente.
Ese "megapacto", que incluía la normalización de relaciones diplomáticas entre Arabia Saudita e Israel, pasó a un segundo plano tras el ataque del pasado 7 de octubre del grupo islamista Hamás, en el que murieron 1.200 personas y que desencadenó una ofensiva israelí sobre la Franja de Gaza que se cobró más de 35.000 vidas.
Aún no se conocen los detalles exactos de las conversaciones de Sullivan con Netanyahu y Bin Salmán, pero el objetivo de las mismas es dar un nuevo impulso a ese acuerdo, que tomó una mayor importancia en el marco de las negociaciones para poner fin a la guerra en Gaza y reconstruir el enclave.
Con el primero que se reunió Sullivan fue con Bin Salmán en Dammam, una ciudad en el este del reino donde se ubica la petrolera estatal Aramco, una de las más grandes del mundo.
En un comunicado, la Casa Blanca indicó este domingo que esas reuniones fueron "constructivas" y se centraron en una "visión para una región de Medio Oriente integrada", sin dar más detalles.
El Gobierno saudí fue más allá y aseguró que tanto Sullivan como Bin Salmán hablaron sobre un borrador de los "acuerdos estratégicos" entre los dos países, que ya está "casi terminado", según informó la agencia oficial saudí de noticias 'SPA'.
Luego de reunirse con Bin Salmán, Sullivan se dirigió a Jerusalén, donde informó al primer ministro israelí y a su equipo sobre esas reuniones en Arabia Saudita y "el potencial que ahora podría estar disponible para Israel, así como para el pueblo palestino".
En los últimos días, el Gobierno de Biden dejó claro que mantiene intacto su objetivo de ampliar los Acuerdos de Abraham auspiciados por la anterior Administración de Donald Trump (2017-2021) y que permitieron la reconciliación de Israel con Emiratos Árabes Unidos, Baréin y Marruecos.
Puntos claves
El pasado 14 de mayo, el propio Sullivan afirmó que la seguridad a largo plazo de Israel, el mayor aliado de Washington en Medio Oriente, "depende de estar integrado en la región" y disfrutar de relaciones normales con estados árabes, incluida Arabia Saudita.
En concreto, según los detalles recogidos por medios estadounidenses, Arabia Saudita está considerando normalizar relaciones con Israel a cambio de un pacto de defensa con Estados Unidos que le permita asegurar su posición frente a Irán, al que ve como la mayor amenaza en la región.
Ese pacto permitiría a Riad acceder a armas avanzadas de manera duradera, sin que su transferencia se pueda ver interrumpida por incidentes diplomáticos, como intentó hacer parte de la bancada demócrata del Congreso de EE.UU. tras el asesinato del periodista Jamal Khashoggi, en 2018.
Arabia Saudita también presionó para que el acuerdo le permita enriquecer uranio, lo que podría preocupar a Irán, ya que abriría la puerta a un posible programa de armas nucleares.
Si bien Riad se mostró deseoso de firmar un acuerdo, advirtió que su línea roja para la normalización de relaciones con Israel es la creación de un Estado palestino.
Esa petición saudí parece incompatible con las posiciones políticas de Netanyahu, quien se opuso públicamente a la creación de un Estado palestino y cuya permanencia en el poder depende del apoyo de políticos de extrema derecha que respaldan la creación de más asentamientos israelíes en territorios que los palestinos reclaman como propios.