El pasado 14 de mayo, el Sol produjo una de las llamaradas más grandes de las que se tenga registro en este ciclo solar desde hace más de una década. Y ocurrió después de la aparición de decenas de auroras boreales alrededor del mundo, en sitios donde antes no se habían registrado, debido a las tormentas solares o geomagnéticas.
De acuerdo con la NOAA (Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de EE. UU., por sus siglas en inglés), estos fenómenos aún no van a culminar, pues la llamarada del pasado martes es la más grande desde hace 11 años; y se prevé que alcance su punto máximo en los próximos días.
A pesar del presunto riesgo que esto implica, la NASA (Administración Nacional de Aeronáutica y Espacio, por sus siglas en inglés) reveló que la Tierra no corre ningún peligro, ya que estaría alejada del cinturón de fuego emitido por dicha estrella.
El organismo encargado de captar el destello de la llamarada de rayos X fue el Observatorio de Dinámica Solar de la NASA. Según Bryan Brasher, del Centro de Predicción Meteorológica Espacial de la NOAA en Boulder, Colorado, luego de que se recabe más información al respecto, es muy probable que los datos indiquen niveles superiores a los antes registrados.
De acuerdo con Brasher, la llamarada parece que no se dirige hacia la Tierra; aunque hay análisis que podrían descartar este hecho.
Respecto a las tormentas solares o geomagnéticas, la NASA ha referido que estas provocaron que uno de los satélites medioambientales se volcara hacia otra dirección, ocasionando que entrara en un estado de hibernación.
Por si fuera poco, los astronautas que se encuentran en la Estación Espacial Internacional tuvieron que permanecer en áreas con fuerte blindaje debido a la radiación. La NASA aclaró que los siete tripulantes no estuvieron en peligro tras los hechos.